miércoles, 21 de noviembre de 2007

Resumen Lectura 1

Gino Longo: "Características del conocimiento científico".

Muchos teóricos han intentado definir un concepto tan complejo como el de “ciencia”. Schumpeter afirmó que ciencia es “cualquier tipo de conocimiento que haya sido objeto de esfuerzos conscientes para perfeccionarlo”. Estos esfuerzos producen hábitos mentales y un domino de los hechos descubiertos por esas técnicas. Según esta definición podemos intuir las influencias de Schumpeter (Mach y Avenarius), que hacen que se refugie en el empirismo, situándose de esta manera en posiciones dualísticas de tipo neokantiano, rasgos que son característicos del materialismo y empirocriticismo, corrientes de pensamiento válidas si permanecemos en un terreno empírico.

Para poder profundizar en el concepto de ciencia, debemos analizar primero qué entendemos por conocimiento. Podemos entender que la finalidad del conocimiento consiste en descubrir normas, leyes del universo empírico que rodea al hombre. Este conocimiento tiene 3 aspectos fundamentales: debe proporcionar una descripción de la realidad, explicándola. Es muy importante el aspecto de explicar la realidad, ya que la ciencia y el conocimiento no deben limitarse a las definiciones y descripciones, sino que además deben mostrar la necesidad de los objetos que explican. El conocimiento científico debe explicar la realidad sin introducir elementos que no pertenezcan a esa realidad, y la ciencia no debe limitarse a explicar el mundo, sino que también debe comprenderlo. Por lo tanto, la historia del conocimiento puede resumirse en la historia de cómo la Humanidad ha explicado la realidad, en un principio atribuyendo a los fenómenos causas y relaciones fantásticas, para pasar a hipotetizar causas y relaciones reales, y llegar a conocer las relaciones que se establecen objetivamente entre los fenómenos de la realidad.

El requisito necesario para explicar la realidad partiendo de ella misma es común a todas las ciencias, y es un principio admitido por los científicos. Pero el desarrollo coherente de este principio, su aplicación sin excepción a todos los fenómenos de la realidad, conduce al materialismo filosófico: “concebir materialistamente la naturaleza es concebirla tal y como se nos presenta, sin añadir nada”. Por esta razón la filosofía coherentemente científica ha de ser materialista, y debe basarse en la necesidad de estudiar la realidad objetiva tal y como es y explicarla partiendo de ella misma. Por esta razón el marxismo constituye la primera concepción del mundo basada exclusivamente en la ciencia.

El conocimiento científico es sólo una parte de la actividad humana, y por ello no es un fin en sí mismo, ya que el objetivo del hombre es conocer el mundo para poder modificarlo. Por otra parte, el pensamiento y la acción aparecen unidos, aunque esta unión no es mediata. El conocimiento que conduce a la cognición de la realidad es premisa para la acción, y la acción es el fin último del conocimiento. Sin embargo, la actividad cognoscitiva no puede ni debe orientarse a la consecución de resultados prácticos, sino que debe intentar alcanzar la cognición de lo real, que será lo que permitirá la acción, la búsqueda de la verdad de las cosas, es decir, la correspondencia entre nuestras concepciones y la realidad.

El criterio para valorar los resultados obtenidos mediante la ciencia es la correspondencia de tales resultados y la verdad, y no la mayor o menor utilidad de esos resultados. Si conocemos la realidad surgirán los instrumentos técnicos que nos permitirán modificarla. Además, entre conocimiento y acción hay otra diferencia importante desde el punto de vista metodológico. La investigación tiene carácter individual, ya que el hombre no puede coordinar su pensamiento con el de los demás, no existe una forma colectiva de pensar. Por lo tanto, podemos afirmar que el pensamiento es algo individual, ya que lo único que el hombre puede compartir es el resultado de ese pensamiento con los demás. Sin embargo, tanto la acción colectiva como el pensamiento individual son fenómenos sociales, ya que sólo se pueden dar en las sociedades, y sólo se diferencian por su forma de manifestarse. De estas afirmaciones se desprende que las modalidades de desarrollo de la acción no coinciden con las del pensamiento, por lo que no podemos dedicarnos a la vez a ambas actividades, apareciendo en este momento lo que conocemos como “hombre de ciencia”, quien no debe de ocuparse de las consecuencias empíricas de sus investigaciones, y “hombre de acción “, quien sí debe de preocuparse por ello.

Lo que nos permite el método científico es tener una comprensión conceptual de las relaciones recíprocas que se dan entre los hechos.

La definición de ciencia de Schumpeter es un ejemplo de la tendencia a refugiarse en el puro empirismo, ya que es una conceptuación ideológica que implica una concepción metodológica positivista y formal como modo de aproximación al conocimiento del mundo que nos rodea. Por otra parte tiene la virtud de ser una definición abierta que remarca la consciencia y la sistemática como características de la actividad científica. Sin embargo no logra vencer el escollo ideológico del culto a la ciencia como equivalente al progreso.

Un aspecto constituye uno de los objetivos materialistas es aquella exigencia según la cual la realidad objetiva debe ser explicada a partir de sí misma, sin introducir momentos, elementos o explicaciones que no pertenecen a tal realidad, que son extraños. La verdad es que es difícil comprender cómo se puede lograr ese objetivo, ya que no es practicable. Además quedan un conjunto de preguntas en el aire; cuando un hombre actúa como científico, ¿no es también u hombre de acción? ¿Es que la ciencia no es una actividad, una praxis?

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