sábado, 10 de noviembre de 2007

En España las mujeres tienen muy difícil, por no decir casi imposible, tener hijos y desempeñar un alto cargo en una empresa. Según datos recientes, el 30% de las ejecutivas llegan a renunciar a su trabajo debido a la imposibilidad de compatibilizar sus obligaciones profesionales y familiares. Puede que una de las razones que provocan esta situación es, en parte, nuestra cultura. A diferencia de otros países europeos, en España ha sido la mujer quien tradicionalmente se ocupaba de los niños y de los mayores, dejando de trabajar para ello. Con el proceso de incorporación de la mujer al trabajo se presenta un problema: ¿quién se ocupa de los niños? En la mayoría de los casos las respectivas parejas no han ayudado mucho a cambiar esta situación; a pesar de que la responsabilidad debe recaer sobre ambos, es la mujer quien en la mayoría de las veces tiene que sacrificarse, ya que los maridos ni siquiera contemplan renunciar a su puesto para quedarse con la familia.
La situación ideal sería que ninguno de los dos tuviera que renunciar al trabajo, pero por desgracia la legislación no ayuda a mejorar el panorama. Si comparamos la situación española con la de otros países europeos, podemos apreciar el retraso que tenemos en este aspecto; en Francia y Alemania la gran mayoría de las empresas cuentan con un servicio de guardería para los empleados, lo que supone que los padres pueden pasar más tiempo con sus hijos, además de disfrutar realizando su trabajo. Como consecuencia de estos servicios en ambos países el número de mujeres que consiguen alcanzar posiciones importantes en su trabajo son mucho mayores que en España.
A pesar de que en España este servicio apenas está extendido en las empresas, los horarios de trabajo tampoco ayudan demasiado: en la mayoría de los puestos de trabajo se ofrecen casi 2 horas para poder comer, por lo que la hora de salida se retrasa hasta la noche. Si además ambos padres trabajan, los niños se quedan solos durante numerosas horas al día.
Muchas empresas tratan a las madres casi como criminales; son numerosos los casos en los que mujeres son despedidas por quedarse embarazadas, o simplemente no se les da ningún tipo de facilidad para poder compatibilizar ambas actividades.
¿Por qué las mujeres tienen que elegir entre tener una carrera profesional o formar una familia? Esta situación es absurda, y estoy segura de que si se ofreciesen un conjunto de facilidades para las personas que tienen familia procedentes tanto del Estado como de las empresas, estas mujeres, que en muchos casos ocupan puestos de importancia tendrían un nivel de productividad mucho mayor, aspecto que agradecerían las empresas en primer lugar, pero también la economía española, debido a un posible aumento de la productividad.

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