sábado, 27 de octubre de 2007

El jueves pasado nos despertamos con una noticia que, a priori, es alentadora. Según unas declaraciones del presidente del gobierno, si el PSOE gana las elecciones que se celebrarán en marzo de 2008, España se convertirá en el primer país del mundo en destinar el tan deseado 0'7% del PIB en proyectos de ayuda al desarrollo.
Como he dicho antes, este comunicado tiene espíritu alentador, ya que España se convertiría en el primer país del mundo desarrollado en destinar una suma de dinero tan elevada para unos fines tan loables como con el desarrollo de los Estados más pobres del planeta, pudiendo convertirse en un ejemplo para otros países. A pesar de esto, muchos ya han criticado al PSOE y al presidente por el carácter claramente electoralista de estas promesas. Sin embargo, en este caso no estoy de acuerdo con las críticas: ¿qué más da que la promesa alcance un tinte electoralista si se cumple? Por que lo que es necesario, y urgente es que esa promesa sea llevada a la realidad por parte del Gobierno.
Pero lo que sí me plantea dudas, aunque se destine el famoso porcentaje, es si ese dinero llegará a quien debe llegar. Tras los escándalos de hace unos meses que afectaban directamente a ONG españolas, una ya no está segura de nada. ¿Cómo puede alguien apropiarse del dinero que está destinado a la ayuda de miles de personas en el mundo que ni siquiera cuentan con lo mínimo para subsistir? Esta conducta, de una bajeza moral sin comparación, debería ser mirada con lupa por las autoridades, no únicamente cuando salen a la luz escándalos de este tipo, sino de forma permanente, ya que se está poniendo en juego la capacidad de subsistencia de comunidades enteras.
También es necesario inspeccionarla forma en que se reparte el dinero, y en qué proyectos se invertirá. ¿Cuándo dejaremos de considerar a los países subdesarrollados como los 'hermanos pobres' que nunca podrán prosperar y a quienes tenemos que dar limosna para que puedan subsistir? Es verdad que muchos países se sienten culpables por la forma en que llevaron a cabo el proceso de colonización, 'desvalijando' las colonias, arrasando en muchos casos con su gran riqueza en materias primas. También es verdad que ese 'colonialismo', aunque no persiste de manera oficial, sí que continúa de forma encubierta, ya que estos países dependen en muchos casos de empresas extranjeras, que explotan los recursos sin reportar beneficio alguno a la población autóctona. Teniendo en cuenta este contexto, ¿no sería más coherente dejar de dar limosnas? Con esto no quiero decir que termine la ayuda a estos países, sino que el sistema de cooperación debe cambiar sus objetivos. Aunque pueda resultar complicado, sería más práctico desarrollar un sistema con estructuras que permita a la población potenciar su propio desarrollo y progresar por sí mismas.
Sé que esta reflexión parece una utopía, ya que con el sistema actual es imposible concebir un mundo de esta forma, pero al menos sería interesante intentarlo y recuperar conceptos como la justicia social y la solidaridad con los demás, conceptos que parece que hoy en día han quedado reducidos a teorías obsoletas.

1 comentario:

Roberto Carballo dijo...

Me parece que hasta habrá que rezar para que lo que dices se haga realidad ...... y sinceramente, yo no estoy dispuesto a hacerlo. Un abrazo, Roberto Carballo